In nomine kraken

Con nosotros
Dia
Horario
Entrada
Sábado, 1 de diciembre de 201222:30


Los semi-dioses vuelven a la Tierra para crear un coloso de ocho brazos y hacer que toda la raza humana oiga sus desesperantes gemidos de agonía por medio de tres transmisores humanos recluidos clínicamente en centros psiquiátricos: Limo, Denís y Talker.


Paciente nº 0015: LIMO (Guitarra/Voz)

Desde su más tierna infancia dice haber sido instruido por espíritus de otras dimensiones en el ámbito de la música, como si una fuerza rectora lo guiase a través del pentagrama. Influido por éstos tanto como por la parapsicología, su esquizofrenia paranoide fue aumentando paulatinamente a lo largo de los años. Dice haber entrado en un mundo paralelo de centauros, hombres luminosos y materia en constante devenir, donde conoció a lo que él llama su "yo interior": Chimonkey. Todo esto desembocó en un gran plan para controlar la mente humana por medio de perversas composiciones musicales traídas desde el otro lado. A día de hoy sigue creyendo que esas canciones surgieron por voluntad de los espíritus que lo utilizaron como nigromante para abrir un agujero entre los dos mundos. Su lugar de contacto es el campo psi y escribe sus letras en una tablilla Planchette. Inquietantemente su actividad neuronal es desmesurada para su edad. Expertos afirman que tiene tantos recuerdos y neurosis como si hubiese vivido el equivalente a dos vidas.


Paciente nº 0033: DENIS (Bajo)

Este pendenciero espécimen cree estar en peligro constante por no haber concluido su quimera: despertar a Tiamat, enemigo arcano de la raza humana. Estudioso obsesivo de los Zonei, los eones, Pazuzu y de toda la mística parafernalia sumeria en general, aparte de seguidor de Aleister Crowley, ha dedicado su vida a intentar rescatar del Abismo a los Dioses Antiguos; de hecho se jacta de haber impedido la entrada a los pórticos a algún iniciado en la magia que otro. La enajenada mente de este misántropo cree que su subordinación desembocará en algún tipo de recompensa ulterior. En sus diarios descubrimos que ha perpetrado las aberraciones más desequilibradas: sacrificios en lugares de poder, bizarros maleficios e incluso ha organizado suicidios colectivos en nombre de Anton Szandor Lavey. Dice ser un paragnosta consumado y componer líneas de bajo a través de la psicometría, tocando objetos más antiguos que el hombre, con la finalidad de que su rapsodia calme la ira de su señor, al que afirma haber fallado. Cree que nació en un zigurat en "La Isla" y asegura que la visita regularmente por medio de viaje astral.


Paciente nº 0609: TALKER (Batería)

Uno de los internados más dementes y violentos que han pisado jamás los recintos de esta institución. Describe minuciosamente una y otra vez a las criaturas que supuestamente lo abdujeron hace siete años, a la par que aporrea con virulencia las paredes de los corredores, lanza objetos y salta de un lado a otro obsesivamente. Sus captores, denominados "Anunakis", lo sometieron a pruebas quirúrjicas y experimentos magnéticos de los que salió aturdido. Intentaron borrar su mente y devolverlo a su vida normal, y en un principio así fue, pero como sus brazos presentaban unas exrañas dermografías a las que no encontraba explicación alguna, acudió a un reputado hipnólogo que consiguió hacerle recordar su suplicio. A raíz de esto, los "Anunakis" volvieron a por él y lo aislaron entre complejas maquinarias durante unos trece meses. En ese lapso memorizó los patrones de ruidos y vibraciones procedentes de las máquinas que lo rodeaban hasta concluir en una ordenada y a la vez caótica obra maestra percutiva basada en la numerología cuántica. Al estar solo en aquel mecánico emplazamiento estéril y no comunicarse con nada ni nadie, sus cuerdas vocales entraron en catalepsia hasta que logró escapar. Cuentan que ahora aplica la sematología y la tiptología a sus conocimientos cuánticos para enviar mensajes cifrados en clave a otras esferas a través de sus percusiones. En ocasiones se le oye susurrar dentro de su celda con depravado tono: "no era una lechuza".


Fdo.: Dr. David Von Krakenhëlf